Días de luz y oscuridad
- Lectura en 6 minutos - 1270 palabrasLos Días en que Brillas
Hay días en que te despiertas y lo sabes. Antes de mirarte al espejo, antes de que tus pies toquen el suelo frío, ya lo sabes. Hoy eres invencible.
Te paras frente al espejo y no es que te veas diferente. Es que te sientes diferente. Tu reflejo te sonríe con complicidad. “Mírame”, piensas, “mírame bien porque hoy soy preciosa”. Y no es vanidad. Es certeza. Es como si alguien hubiera ajustado el contraste de tu vida y todo se viera más nítido, más brillante.
Caminas por la calle y tu cuerpo se mueve con una confianza que no recuerdas haber aprendido. Tu espalda recta, tu mirada directa. La gente te mira. Lo sientes. Y por primera vez en mucho tiempo, no te escondes. Te gusta ser vista.
En esos días hasta comes. Te sientas a la mesa y el hambre aparece, real y urgente. La comida tiene sabor. Masticas despacio, disfrutando cada bocado. Tu cuerpo te pide más y tú le das. Sin culpa, sin negociación. Solo comes porque tienes hambre y porque te mereces estar nutrida.
Son días que duran semanas enteras a veces. Semanas donde eres la versión de ti que siempre supiste que existía pero que rara vez sale a jugar. Hablas más fuerte, ríes con ganas, tomas decisiones sin dudar. El mundo parece haberse reorganizado a tu favor.
Pero entonces, sin aviso, todo cambia.
Te despiertas un día y el espejo te devuelve a una extraña. Una persona cansada, pequeña, insignificante. Tus ropas cuelgan mal. Tu sonrisa se siente falsa. El brillo se ha ido y no sabes cuándo se fue ni por dónde.
Los días se vuelven pesados. Cada conversación es un esfuerzo. Cada mirada ajena se siente como un juicio. Te escondes detrás de tu pelo, detrás de ropa holgada, detrás de excusas para no salir.
Y la comida. La comida se vuelve tu enemiga otra vez. Tu estómago se cierra como un puño. Alguien tiene que rogarte, convencerte, casi forzarte a que pongas algo en tu boca. “Come algo”, te dicen, “aunque sea poco”. Y tú obedeces porque sabes que tienes que hacerlo, pero cada bocado es una lucha.
Son meses así. Meses donde eres la sombra de quien fuiste hace poco. Donde te preguntas si esa otra versión de ti realmente existió o si fue solo un sueño muy vívido.
Pero entonces, otra vez sin aviso, vuelves.
Te despiertas y ahí estás. Esa mujer que se ama, que se adorna, que come con gusto, que camina como si fuera dueña del mundo. Y lo raro es que no hay explicación. No es que haya pasado algo bueno. No es que hayas resuelto tus problemas. Simplemente, un día te despiertas brillando otra vez.
Y mientras te miras al espejo esa mañana, sonriendo a tu reflejo como a una vieja amiga que regresa de un viaje largo, entiendes algo: ambas eres tú. La que brilla y la que se esconde. La que come con ganas y la que necesita ser convencida. La que se ama sin condiciones y la que no logra verse.
No sabes cuándo volverás a esconderte. No sabes cuánto durará esta vez el brillo. Pero ahora mismo, en este momento exacto, te sientes segura. Te sientes hermosa. Te sientes completa.
Y ahora tu momento está brillando. Y lo aprovechas al máximo, porque no sabes cuándo despertarás sintiéndote odiada por ti misma otra vez.
Así que hoy comes con ganas. Hoy te miras al espejo y sonríes. Hoy caminas como si el mundo fuera tuyo.
Porque hoy brillas. Y eso es lo único que importa.
Qué Hacer Cuando Brillas
Si llegaste hasta aquí, probablemente algo de lo que escribí te resonó. Tal vez tú también tienes esos días donde te amas sin condiciones y otros donde necesitas que te rueguen para comer. Tal vez tú también sabes lo que es despertar sintiéndote invencible y luego, semanas después, despertar sintiéndote invisible.
Está bien. Somos muchas las que vivimos así.
Pero si ahora mismo estás en uno de esos momentos donde brillas, donde te sientes segura, donde amas tu cuerpo, escúchame bien:
Haz algo con eso.
No te quedes solo sintiendo. Actúa desde ese lugar de amor propio.
Cuando te sientes hermosa:
- Tómate esa foto que siempre pospones
- Ponte esa ropa que guardas para “ocasiones especiales”
- Camina lento por la calle para que la gente te vea
- Mírate al espejo y dile a tu reflejo algo bonito
Cuando tienes hambre y comes con gusto:
- Prepárate esa comida que realmente te gusta
- Come despacio, saboreando cada bocado
- Agradécele a tu cuerpo por pedirte lo que necesita
- Compra ingredientes para cuando vuelvas a tener hambre
Cuando te sientes invencible:
- Ten esa conversación difícil que has evitado
- Aplica a ese trabajo que crees que no mereces
- Dile a alguien que lo quieres
- Haz planes para el futuro
Cuando te amas sin condiciones:
- Escríbete una carta para cuando no te ames
- Graba un audio diciéndote todo lo que vales
- Anota qué cosas específicas amas de ti hoy
- Perdónate algo que has cargado mucho tiempo
Y lo más importante:
Cuando estés en esos días oscuros, donde necesites que te obliguen a comer, donde te sientas odiada por ti misma, recuerda que ya has estado aquí antes. En este lugar de amor. Y vas a volver.
Porque no importa cuántas veces te hayas sentido perdida, siempre has vuelto a encontrarte.
No importa cuántas veces hayas odiado tu cuerpo, siempre has vuelto a amarlo.
No importa cuántas veces hayas perdido el apetito, siempre has vuelto a comer con gusto.
Los ciclos no son tu enemigo. Son tu naturaleza.
Pero mientras estés brillando, brilla fuerte. Brilla sin disculpas. Brilla para todas las que no pueden hacerlo hoy.
Y sobre todo: documenta tu luz. Porque cuando oscurezca, vas a necesitar recordar que eres capaz de brillar.
Tu momento es ahora. Tu cuerpo es ahora. Tu vida es ahora.
¿Qué vas a hacer con todo ese amor que sientes hoy?
Preguntas para Ti
Ahora te hablo a ti directamente.
¿Cuándo fue la última vez que te despertaste amando tu cuerpo? No tolerándolo, no aceptándolo a regañadientes. Amándolo.
Yo lo sé. Fue esta mañana. Y sé también que mañana no sé si volverá a pasar. Por eso hoy me como cada bocado con gratitud. Por eso hoy me miro al espejo y sonrío sin disculpas.
¿Tú sabes por qué tu cuerpo merece amor hoy?
Yo sí lo sé. Porque está vivo. Porque late. Porque respira. Porque te lleva a donde necesitas ir. Mi hermana ya no puede hacer eso. Mi prima tal vez no pueda hacerlo por mucho tiempo más.
¿Cuántas veces has pospuesto amarte hasta que bajes de peso, hasta que te veas “mejor”, hasta que tengas la vida “resuelta”?
Yo solía hacerlo todo el tiempo. Hasta que mi cuerpo, inconscientemente, entendió algo que mi mente tardó en procesar: no hay garantías. Este cuerpo que tengo ahora, imperfecto, cambiante, humano, es lo único que tengo. Y está aquí. Conmigo. Ahora.
¿Y tú? ¿Estás esperando permiso para amarte? ¿Estás esperando el momento perfecto para sentirte hermosa?
Porque yo te digo algo: el momento es ahora. No porque todo esté bien. No porque hayas resuelto tus problemas. Sino porque estás viva. Porque tu cuerpo funciona. Porque mereces habitarte con amor mientras puedas.
¿Cuándo vas a dejar de esconderte de ti misma?
Yo dejé de hacerlo hace unas semanas. Y sí, hay días donde vuelvo a los pensamientos negativos, donde necesito que me obliguen a comer, donde no logro verme con amor.
Pero hoy no es uno de esos días.
Y tú, ¿qué vas a hacer con tu día de hoy?