La soledad rodeada
- Lectura en 12 minutos - 2479 palabrasKaylay y la Soledad en Medio de la Multitud
Capítulo 1: La Soledad Que Nadie Ve
Soy Kaylay, y hay algo que nadie entiende sobre mí: puedo estar rodeada de personas que me quieren y aún así sentirme completamente sola.
Hay veces que estoy en mi casa con mis hermanos y mi mamá, todos juntos, riéndose, hablando, viviendo - y yo me siento como si estuviera en una burbuja invisible separada de ellos. Como si estuviera viendo la escena desde afuera en lugar de ser parte de ella.
Y lo peor es que en esos momentos, no quiero que estén ahí. Siento que me estorban, que su presencia me agobia en lugar de reconfortarme. Solo quiero estar sola, aunque la soledad sea exactamente de lo que me estoy quejando.
Es contradictorio, confuso, y muy difícil de explicar.
Capítulo 2: La Paradoja de Querer y No Querer Compañía
Esta es mi paradoja diaria: me siento sola, pero cuando tengo compañía no es lo que necesito. Quiero estar sola, pero cuando estoy sola me siento vacía. Necesito conexión, pero cuando la gente se acerca siento que me asfixian.
Es como tener hambre pero que nada te sepa bien. Como estar cansada pero no poder dormir. Como necesitar algo desesperadamente sin saber qué es exactamente.
Mis hermanos y mi mamá no entienden. Para ellos, estar juntos debería ser suficiente. “Estamos aquí contigo”, dicen, como si su presencia física fuera la solución a este vacío que siento por dentro.
Pero no lo es. Y eso me hace sentir culpable, como si fuera una malagradecida, como si algo estuviera mal conmigo por no poder simplemente estar agradecida de tener familia que me quiere.
Capítulo 3: Mi Escape: El Fútbol
Descubrí algo mágico sobre el fútbol: cuando estoy jugando, la soledad desaparece. No porque esté rodeada de gente (aunque lo esté), sino porque mi mente está completamente ocupada en el juego.
Correr tras el balón, anticipar jugadas, coordinarse con el equipo, sentir la adrenalina - todo eso no deja espacio para los pensamientos oscuros que normalmente ocupan mi mente. No hay espacio para sentirme sola cuando estoy concentrada en no dejar que el balón pase.
Y lo más hermoso es que puedo jugar con personas que no conozco. No hay historia compartida, no hay expectativas, no hay la presión de ser “la Kaylay que ellos conocen”. Puedo ser solo una jugadora más, alguien anónimo persiguiendo un balón.
Esa libertad es embriagante. En la cancha, no soy la hija, no soy la hermana, no soy la amiga complicada. Soy solo una persona jugando fútbol, y eso es suficiente.
Capítulo 4: Cuando No Puedo Jugar
Pero el fútbol no siempre es una opción. Como ahora. Tengo responsabilidades que hacer - tareas, obligaciones, cosas de la vida real que no desaparecen solo porque necesito escapar.
Y cuando no puedo jugar, cuando esa válvula de escape está cerrada, el peso de mi soledad interior se siente insoportable.
Es en esos momentos cuando más me doy cuenta de cuánto dependía del fútbol para mantenerme cuerda, para evitar pensar cosas que no debería pensar, para no hundirme en ese vacío que siempre está esperándome cuando me quedo quieta demasiado tiempo.
Capítulo 5: Mi Segunda Casa: Fortnite
Cuando el fútbol no es posible, tengo otro escape: Fortnite. Para otros puede sonar tonto o trivial, pero para mí, ese juego es mi segunda casa. Mejor dicho, es mi propia casa - un espacio que controlo completamente.
En Fortnite puedo estar tranquila sin que a los demás les afecte. Si quiero estar callada, nadie me pregunta “¿qué te pasa?” con tono preocupado. Si quiero desahogarme, puedo hacerlo sin ver las caras de decepción o preocupación de mi familia.
Es un mundo donde mis emociones no tienen consecuencias para nadie más. Donde puedo ser complicada, contradictoria, callada, explosiva - lo que sea que necesite ser en ese momento - sin cargar con la culpa de estar afectando a las personas que me quieren.
Capítulo 6: La Rutina de Supervivencia
Cuando me siento así - sola, abrumada, atrapada - tengo una rutina:
Primero escribo. Saco todo lo que está en mi cabeza y lo pongo en palabras. No tiene que tener sentido, no tiene que ser bonito. Solo tiene que salir de mi mente y quedar plasmado en algún lado donde pueda verlo.
Escribir me ayuda a organizar el caos interno. De repente, sentimientos que parecían enormes e indefinibles se convierten en oraciones que puedo leer, analizar, entender un poquito mejor.
Luego juego. Fortnite, específicamente. Me sumerjo en ese mundo digital donde las cosas son más simples. Hay objetivos claros: sobrevivir, ganar, mejorar. No hay la complejidad emocional confusa de la vida real.
Capítulo 7: La Necesidad de Amigas (Mujeres)
Hay algo más que complica mi soledad: la mayoría de mis amigos son hombres. Y aunque ellos se comportan bien, aunque hacen lo mejor que pueden, no es lo mismo.
Los quiero, los aprecio, pero ashh… siguen siendo hombres. No entienden ciertas cosas de la misma manera que una amiga mujer entendería. Hay conversaciones que no puedo tener con ellos, vulnerabilidades que no puedo mostrar de la misma forma.
A veces solo necesito una amiga - alguien que entienda sin que tenga que explicar cada detalle, alguien con quien pueda ser completamente vulnerable sin preocuparme por cómo van a interpretarlo.
Pero no las tengo. O no las tengo cerca. Y esa ausencia es otra capa más de mi soledad.
Capítulo 8: La Incomprensión de Mi Familia
Mi familia ve mi comportamiento y no entiende. Me ven callada, distante, y asumen que algo específico pasó. “¿Qué te pasa? ¿Peleaste con alguien? ¿Pasó algo en la escuela?”
No saben que a veces no hay una razón específica. A veces simplemente me siento sola en mi propia piel, desconectada del mundo, atrapada en mi propia cabeza con pensamientos que no puedo compartir porque ni yo misma los entiendo completamente.
Y cuando trato de explicarlo, las palabras salen mal. “Me siento sola” - “Pero estamos aquí contigo.” “Necesito estar sola” - “¿Hicimos algo mal?” No hay forma de ganar.
Capítulo 9: Los Pensamientos Que No Debería Pensar
Cuando no tengo mis escapes - ni fútbol, ni escritura, ni juegos - mi mente se va a lugares oscuros. Empiezo a pensar cosas que no debería pensar.
Pensamientos sobre no ser suficiente, sobre ser una carga, sobre si alguien realmente me extrañaría si desapareciera. Pensamientos sobre lo difícil que es existir de esta manera tan contradictoria, queriendo y no queriendo conexión al mismo tiempo.
No son pensamientos que puedo compartir con mi mamá o mis hermanos. Los asustaría, los preocuparía innecesariamente. Y además, ¿cómo les explico que a veces su presencia amorosa se siente como presión en lugar de consuelo?
Capítulo 10: El Fútbol Como Terapia
El fútbol hace más que solo distraerme - me saca físicamente del espacio mental donde vivo la mayor parte del tiempo.
Cuando corro, cuando sudo, cuando mi cuerpo está completamente enfocado en el movimiento, mi mente no tiene energía para los pensamientos oscuros. Es imposible estar existencialmente angustiada cuando estás tratando de interceptar un pase o marcar un gol.
Y después, cuando el juego termina, estoy tan físicamente agotada que los pensamientos no tienen la misma intensidad. Es como si el ejercicio los hubiera diluido, los hubiera hecho manejables por unas horas.
Eso es lo que más extraño cuando no puedo jugar - no solo el juego en sí, sino esa paz mental que viene después del agotamiento físico.
Capítulo 11: La Escritura Como Desahogo
Escribir es diferente al fútbol. El fútbol me distrae de mis pensamientos; escribir me obliga a confrontarlos directamente.
Pero hay algo liberador en poner en palabras el caos interno. Es como si al escribirlo, le estuviera quitando poder. Los pensamientos que parecen monstruos enormes en mi cabeza se convierten en oraciones normales en el papel.
Y a veces, al releer lo que escribí, puedo ver patrones que no veía antes. Puedo entender un poquito mejor por qué me siento como me siento, incluso si no puedo cambiar los sentimientos inmediatamente.
Capítulo 12: Fortnite: El Mundo Controlable
En Fortnite, todo tiene sentido de una manera que la vida real no tiene. Hay reglas claras, objetivos definidos, consecuencias predecibles.
Si muero en el juego, simplemente empiezo otra partida. No hay trauma emocional persistente, no hay relaciones dañadas, no hay consecuencias que tengo que cargar por días.
Es un alivio tener un espacio donde los problemas son temporales y solucionables. Donde “fracasar” simplemente significa intentar de nuevo, no sentirte como una decepción para las personas que te quieren.
Capítulo 13: La Culpa de Necesitar Espacio
Una de las partes más difíciles de mi soledad es la culpa que viene con ella. Sé que mi familia me quiere, sé que quieren ayudar, sé que mi distancia los lastima.
Pero no puedo forzarme a sentir conectada cuando no lo estoy. No puedo fingir que su presencia me reconforta cuando en realidad me agobia. Y eso me hace sentir como una persona terrible.
¿Qué tipo de persona rechaza el amor y el apoyo de su propia familia? ¿Qué tipo de persona prefiere estar sola o con extraños que con las personas que la conocen mejor?
Yo, aparentemente. Y eso es algo con lo que tengo que aprender a vivir.
Capítulo 14: Las Amistades Masculinas y Sus Límites
Mis amigos hombres son geniales en muchos sentidos. Puedo jugar con ellos, reír con ellos, pasar buenos momentos. Y se comportan bien - no cruzan líneas, son respetuosos.
Pero hay una intimidad emocional que simplemente no existe de la misma manera. No puedo llorar frente a ellos sin que se sientan incómodos. No puedo hablar de ciertos temas sin explicar contexto que una amiga mujer entendería instintivamente.
Y aunque ellos hacen lo mejor que pueden, al final del día siguen siendo hombres en un mundo que socializa a hombres y mujeres de maneras muy diferentes. Hay una brecha de entendimiento que ninguna cantidad de buena voluntad puede cerrar completamente.
Capítulo 15: La Aceptación de Mi Soledad
Estoy aprendiendo lentamente que tal vez mi soledad no es algo que necesito “arreglar”. Tal vez es simplemente parte de quien soy - alguien que procesa el mundo de manera diferente, que necesita tipos específicos de conexión que no siempre están disponibles.
No todos experimentan la conexión de la misma manera. Para algunas personas, estar físicamente rodeados de familia es suficiente. Para mí, necesito algo más específico, más alineado con mi forma particular de ver el mundo.
Y está bien. Está bien ser diferente. Está bien necesitar cosas que otros no necesitan.
Capítulo 16: Las Responsabilidades Que Me Anclan
Las responsabilidades son una espada de doble filo. Por un lado, me mantienen ocupada, me dan estructura, me impiden hundirme completamente en mi soledad.
Por otro lado, me quitan acceso a mis escapes. No puedo jugar fútbol cuando tengo que estudiar. No puedo pasar horas en Fortnite cuando tengo obligaciones que cumplir.
Entonces me quedo atrapada en este espacio intermedio: demasiado ocupada para escapar, pero no lo suficientemente distraída como para no sentir el peso de mi soledad.
Capítulo 17: La Búsqueda de Conexión Auténtica
Creo que lo que realmente busco - lo que mi soledad está señalando - no es simplemente compañía, sino conexión auténtica.
Quiero poder ser completamente yo misma con alguien sin tener que editar mis pensamientos o emociones. Quiero que alguien entienda mi necesidad de espacio sin tomarlo personal. Quiero amigas mujeres con quienes pueda tener esa intimidad emocional específica que solo viene de experiencias compartidas.
Pero mientras tanto, tengo que aprender a manejar la brecha entre lo que necesito y lo que tengo disponible.
Capítulo 18: Los Mecanismos de Supervivencia
He desarrollado una estrategia de supervivencia para los días donde la soledad es más pesada:
Paso 1: Reconocer lo que siento sin juzgarlo. “Me siento sola y desconectada. Está bien sentir esto.”
Paso 2: Si puedo jugar fútbol, lo hago. Si no puedo, busco el siguiente mejor escape.
Paso 3: Escribo todo lo que está en mi mente, sin censura.
Paso 4: Me doy permiso de jugar Fortnite o hacer algo que me dé paz, incluso si “debería” estar haciendo otra cosa.
Paso 5: Recuerdo que este sentimiento es temporal. No voy a sentirme así para siempre.
No es una solución perfecta, pero es lo que tengo.
Capítulo 19: La Esperanza de Mejores Conexiones
Sigo teniendo esperanza de que eventualmente encontraré las conexiones que necesito. Amigas mujeres que entiendan mi tipo particular de complejidad emocional. Personas con quienes la soledad se sienta menos pesada.
Mientras tanto, sigo adelante con lo que tengo: mis escapes, mi escritura, mi capacidad de sobrevivir otro día incluso cuando me siento profundamente sola.
Capítulo 20: A Seguir Adelante
Al final de este análisis exhaustivo de mi soledad, llegó a la misma conclusión de siempre: ashh… bueno… a seguir adelante no.
Porque ¿qué más puedo hacer? No puedo forzar conexiones que no existen. No puedo hacer que mi familia entienda algo que ni yo misma entiendo completamente. No puedo manifestar amigas mujeres de la nada.
Pero puedo seguir escribiendo cuando necesito procesar. Puedo seguir jugando fútbol cuando tengo la oportunidad. Puedo seguir refugiándome en Fortnite cuando necesito ese espacio controlado y seguro.
Y puedo seguir teniendo esperanza de que eventualmente, las cosas mejorarán. De que encontraré las conexiones que busco. De que esta soledad tan pesada se volverá más ligera.
Epílogo: La Verdad Sobre Mi Soledad
Mi soledad no es simple. No es solo “estar físicamente sola” o “no tener amigos”. Es algo más profundo, más complejo, más difícil de explicar.
Es sentirme desconectada incluso cuando estoy rodeada de amor. Es necesitar espacio pero también necesitar conexión. Es tener amigos pero no del tipo que realmente necesito. Es querer que las personas estén ahí pero también sentir que me estorban.
Es contradictorio y confuso y a veces agotador de vivir.
Pero también es parte de quién soy. Y estoy aprendiendo a navegar esta versión complicada de mí misma con las herramientas que tengo: fútbol para liberar estrés, escritura para procesar emociones, Fortnite para tener un espacio seguro, y la determinación de seguir adelante incluso cuando me siento increíblemente sola.
No sé si algún día dejaré de sentirme así. No sé si encontraré las conexiones que mi alma busca. No sé si mi familia algún día entenderá por qué a veces necesito estar sola para no sentirme sola.
Pero sí sé esto: soy más fuerte de lo que pienso. He sobrevivido cada día de soledad hasta ahora, y seguiré sobreviviendo los que vienen.
Con soledad, esperanza, y determinación de seguir adelante,
Kaylay
P.D.: Si tú también te sientes sola incluso cuando estás rodeada de gente, si tú también tienes escapes que otros no entienden, si tú también luchas con necesitar y no necesitar conexión al mismo tiempo - quiero que sepas que no estás sola en sentirte sola. Y eso, de alguna manera extraña, ayuda un poquito.