Tal Vez es Hora de Ser Valiente
- Lectura en 5 minutos - 1061 palabras¿Y si elijo lo que realmente quiero?
Estoy aquí sentado con la lista de carreras en frente, y cada opción se siente como una puerta que una vez que abra, ya no podré cerrar. Todo el mundo me pregunta qué voy a estudiar, como si fuera la pregunta más fácil del mundo, como si la respuesta estuviera clara desde siempre. Pero para mí no lo está.
Lo que más me gusta, lo que realmente me hace vibrar, es el baile. Cuando escucho música y mi cuerpo simplemente se mueve, cuando logro esa conexión perfecta entre el ritmo y cada uno de mis movimientos, cuando siento que estoy contando una historia con todo mi ser. Ahí es donde me siento yo mismo, donde siento que estoy haciendo lo que nací para hacer.
La música también. Esa capacidad de crear emociones de la nada, de juntar sonidos que se convierten en algo que puede hacer llorar a alguien o levantarle el ánimo en su peor día. Todo lo artístico, en realidad. Esa libertad de crear, de expresar, de hacer algo que no existía antes y que ahora existe porque yo decidí que existiera.
Pero entonces escucho las voces. Las de mi familia preguntando cómo voy a vivir de eso. Las de mis amigos haciendo chistes sobre artistas muertos de hambre. Las de la sociedad diciéndome que esas no son carreras “serias”, que necesito algo “estable”, algo que “garantice un futuro”.
Y me encuentro considerando carreras que no me emocionan para nada. Administración, ingeniería, derecho. Cosas que están bien, que son respetables, que le van a gustar a todo el mundo cuando les diga qué estudio. Cosas que me van a dar un empleo seguro, un sueldo decente, una vida “normal”.
Pero cada vez que me imagino en una oficina, usando traje, haciendo cálculos o revisando contratos, siento como si algo dentro de mí se estuviera muriendo lentamente. Como si estuviera traicionando a esa parte de mí que sueña con escenarios, con creatividad, con arte.
¿Por qué tiene que ser tan complicado? ¿Por qué no puedo simplemente seguir mi pasión sin que todo el mundo me mire como si estuviera tomando la peor decisión de mi vida? ¿Por qué tengo que elegir entre ser feliz y ser aceptado?
Me da miedo lo que van a decir. Me da miedo que me vean como alguien poco serio, como alguien que no piensa en el futuro, como alguien ingenuo que cree que los sueños se hacen realidad por arte de magia. Me da miedo decepcionarlos.
Mi hermano mayor es diferente. Él me ha dicho que me apoya en lo que elija, que sigue tu pasión porque al final es tu vida la que tienes que vivir. Sus palabras me dan fuerzas, pero al mismo tiempo me generan otra presión. ¿Y si lo decepciono? Él confía en mí, cree que puedo lograr lo que me proponga, y esa fe que tiene me da miedo. ¿Qué pasa si no estoy a la altura de lo que él espera de mí?
Es extraño sentir miedo de decepcionar a alguien que justamente te está diciendo que elijas lo que quieras. Pero su apoyo significa tanto para mí que la idea de fallarle, de demostrar que tal vez todos los demás tenían razón y él estaba equivocado al creer en mí, me paraliza.
¿Y si me equivoco? ¿Y si elijo lo seguro y paso el resto de mi vida preguntándome qué hubiera pasado si hubiera sido valiente? ¿Y si elijo lo que amo y resulta que no era tan bueno como pensaba, que no tengo lo necesario para destacar en ese mundo?
Veo a otros que siguieron carreras artísticas y algunos están luchando económicamente, es cierto. Pero también veo el brillo en sus ojos cuando hablan de lo que hacen. Veo la pasión, la satisfacción de hacer algo que realmente los mueve. Y luego veo a personas con carreras “exitosas” que se ven vacías, que cuentan los días hasta el viernes, que viven esperando las vacaciones.
¿Qué es realmente el éxito? ¿Es tener una cuenta bancaria llena pero un alma vacía? ¿O es levantarse cada día emocionado por lo que vas a crear, aunque los números no sean perfectos?
He estado investigando y la industria del entretenimiento, la danza, la música, todo eso está cambiando. Hay más oportunidades ahora, más plataformas, más formas de hacer carrera en el arte. No es como antes, donde tenías que esperar a que alguien te descubriera. Ahora puedes construir tu propia audiencia, crear tu propio camino.
Pero aún así, esa vocecita en mi cabeza sigue ahí. “¿Y si no funciona? ¿Y si tus padres tenían razón? ¿Y si todo el mundo se ríe de ti?”
Tal vez el problema no es elegir entre lo que me gusta y lo que es práctico. Tal vez el problema es que he asumido que no puedo tener ambos. ¿Y si existe una forma de combinar mi pasión por el arte con algo que también me dé estabilidad? ¿Y si puedo estudiar algo que me permita trabajar en la industria del entretenimiento desde otro ángulo?
O tal vez necesito ser más valiente. Tal vez necesito aceptar que la vida siempre tiene riesgos, sin importar qué elija. Que puedo estudiar ingeniería y terminar sin trabajo, o puedo estudiar danza y terminar siendo exitoso. Que no hay garantías en ningún lado.
Lo que sí sé es que cuando bailo, cuando escucho música, cuando creo algo artístico, me siento vivo. Me siento como la mejor versión de mí mismo. Y eso tiene que valer algo, ¿no?
Tal vez la pregunta no debería ser qué van a pensar los demás, sino qué voy a pensar yo de mí mismo en diez años. ¿Voy a estar orgulloso de haber seguido mi pasión, o voy a estar lleno de arrepentimientos por haber elegido lo seguro?
Porque al final del día, la vida es mía. Las críticas van a durar un tiempo, pero yo voy a tener que vivir con mi decisión para siempre. Y prefiero vivir con las consecuencias de haber intentado algo que amo, que con el remordimiento de nunca haberlo intentado.
Quizás es hora de dejar de preguntarme qué carrera debo escoger, y empezar a preguntarme qué vida quiero vivir. Y si esa vida incluye baile, música y arte, entonces tal vez esa es mi respuesta.
Tal vez es hora de ser valiente.