Guia
- Lectura en 8 minutos - 1650 palabrasKaylay: Manual de Usuario (Advertencia: Viene Sin Garantía)
Hola, soy Kaylay, y vengo con etiqueta de “manéjese con cuidado” porque soy todo un espectáculo emocional andante. Si me conoces, ya sabes que soy una contradicción viviente con tacones y máscara de pestañas. Si no me conoces, prepárate para el tour más honesto y divertido de lo que significa ser yo.
Capítulo 1: La Llorona Profesional
Empecemos por lo obvio: soy llorona nivel experto. No llorar de tristeza nada más, no. Yo lloro por TODO. Me emociono viendo comerciales de perritos abandonados, lloro con finales felices de películas, lloro cuando alguien me dice algo bonito, y por supuesto, lloro cuando me enojo porque mi cerebro aparentemente decidió que la única forma de expresar emociones intensas es por los ojos.
El otro día mi amiga me contó que había conseguido el trabajo que quería, y YO terminé llorando más que ella. “Kaylay, ¿por qué lloras?” “¡Es que estoy tan feliz por ti!” Y ahí vamos las dos, llorando en el café como si fuéramos protagonistas de una telenovela mexicana.
Lo mejor es cuando lloro de risa. La gente se asusta porque piensan que algo me pasa, pero no, es solo que mi cuerpo no sabe la diferencia entre emociones y decide hacer lluvia ocular para todas.
Capítulo 2: La Niña Mimada Que Se Hace La Fuerte
Soy mimada, lo admito sin pena. Me gusta que me consientan, que me traigan café a la cama, que me digan cosas bonitas, que me traten súper bonito… pero al mismo tiempo tampoco tanto porque me siento rara. Es complicado, ¿ok?
Entonces tengo conversaciones así:
- “No necesito que nadie me cuide”
- También yo: “¿Me puedes abrir este frasco? ¿Me ayudas a cargar esto? ¿Me das abrazos porque tuve un día difícil? Y si no quiero comer, oblíguenme pero con amor, por favor. Pero no me traten TAN bonito que me incomodo.”
Mi familia ya se aprendió el código. Cuando digo “estoy bien, no necesito nada”, en realidad estoy diciendo “ven a mimarme pero que parezca tu idea”. Es como hablar en clave, pero la clave es transparente para cualquiera que me conozca más de cinco minutos.
Capítulo 3: Caprichosa y Orgullosa
Mis caprichos son legendarios. Puedo cambiar de opinión sobre dónde quiero comer diecisiete veces en cinco minutos. “Quiero pizza. No, mejor sushi. Bueno, en realidad antojo hamburguesas. ¿Sabes qué? Mejor cocinamos en casa.” Y mi familia ahí, como estatuas, esperando el veredicto final.
Lo peor es que soy caprichosa pero también orgullosa, entonces si alguien me dice “tú siempre cambias de opinión”, inmediatamente me ofendo y digo que no es cierto, mientras literalmente estoy cambiando de opinión sobre si ofenderme o no.
Capítulo 4: Hermosa y Lo Sé (Algunas Veces)
Tengo días en que me veo en el espejo y pienso “Dios mío, soy una diosa”. Me siento hermosa, poderosa, como que podría conquistar el mundo con una pestañeada. Esos días camino diferente, sonrío diferente, hasta mi voz suena más seductora. Y cuando me tomo fotos, me convierto en modelo profesional - poses perfectas, ángulos estudiados, expresiones sensuales. Parezco toda una top model de revista.
Pero también tengo días en que el mismo espejo me refleja a una gremlin despeinado que no sabe cómo funciona el maquillaje. Y lo más ridículo es que puedo tener ambos días con la misma cara, solo que mi autoestima anda en montaña rusa.
Mis amigas ya saben que si las llamo preguntando “¿estoy fea?”, la respuesta correcta es “estás hermosa” seguido de cinco razones específicas de por qué. No acepto un simple “no” porque eso obviamente significa que sí estoy fea pero no quieren decírmelo.
Capítulo 5: Rabiosa con Estilo
Cuando me enojo, soy todo un espectáculo. No de esos enojos silenciosos y dignos, no. Yo me enojo con drama incluido. Azoto puertas, hablo sola, hago gestos exagerados, y mi cara se pone colorada como tomate.
Lo más chistoso es que después de cinco minutos ya ni me acuerdo por qué estaba enojada, pero ya armé todo el drama y ahora tengo que mantener el personaje un ratito más para que no se note que se me pasó el coraje.
Mi mamá siempre dice: “Kaylay tiene el genio más rápido del mundo, se enoja en 0.5 segundos, pero también se le pasa en 0.6 segundos.”
Capítulo 6: Celosa Nivel Sherlock Holmes
Mis celos son una obra de arte detectivesca. Puedo analizar una foto de Instagram y encontrar pistas como CSI Miami. “¿Por qué esa persona le dio like? ¿Quién es la del comentario? ¿Por qué fulano está en línea y no me ha contestado?”
Pero lo más ridículo es que también soy celosa de mis amigas. Si mi mejor amiga se divierte con otra persona, automáticamente pienso “¿ya no le caigo bien? ¿La otra es más divertida que yo?”
Y después me río de mí misma porque sé que estoy siendo ridícula, pero no puedo evitarlo. Es como si mis celos tuvieran vida propia y yo fuera solo la anfitriona de este drama interno.
Capítulo 7: Cariñosa Hasta el Empalago
Cuando quiero a alguien, los asfixio con amor. Soy de las que manda buenos días y buenas noches todos los días, que está preguntando “¿cómo estás? ¿qué hiciste? ¿comiste bien? ¿dormiste bien?”
Abrazo mucho, beso cachetes, digo “te quiero” unas cincuenta veces al día, y tomo mil fotos juntas porque “es que se ven tan bonitas”.
Mis amigas ya saben que si Kaylay te quiere, vas a recibir mínimo tres mensajes al día y al menos dos stickers de corazones. Es mi forma de decir “existes en mi cerebro y me importas”.
Capítulo 8: Reina del Doble Sentido
No puedo evitarlo, mi cerebro automáticamente encuentra el doble sentido en todo. Alguien dice algo completamente inocente y yo ahí con mi sonrisita maliciosa pensando “ji ji ji, eso sonó raro”.
Es peor cuando estoy con mis amigas porque nos alimentamos mutuamente la malpensaduría. Una conversación normal se convierte en un festival de indirectas y chistes colorados que solo nosotras entendemos.
Mi familia ya se acostumbró a que me ría sola de cosas que nadie más entiende. “¿De qué te ríes, Kaylay?” “De nada, de nada” siguen las risitas
Capítulo 9: Malpensada Diplomada
Soy malpensada con título universitario. Puedo convertir cualquier conversación inocente en algo sugestivo sin esfuerzo. Es un talento natural que he perfeccionado a través de los años.
Lo divertido es que también soy muy obvia cuando estoy pensando algo malicioso. Mi cara me delata completamente. Pongo expresión de diablita y todo mundo ya sabe que Kaylay está maquinando algo travieso en su cabecita.
Capítulo 10: Complicada con Mi Cuerpo
Aquí viene mi relación más tóxica: la que tengo conmigo misma en el espejo. Todo el mundo me dice “Kaylay, estás flaca” y objetivamente sé que tienen razón, PERO mi cerebro está programado en modo “estás gorda, necesitas bajar de peso”.
Es ridículo porque la lógica dice una cosa y mis ojos ven otra completamente diferente. Me paro en la báscula y aunque el número sea normal, yo veo defectos por todos lados. “Ay no, se me ve la pancita, estas piernas están gordas, este brazo está flácido.”
Y lo peor es que después me enojo conmigo misma por pensar así. Es como tener una pelea interna constante: “Kaylay, estás loca, estás bien” vs “Pero es que se me ve raro esto y esto otro.”
Mis amigas ya se cansaron de repetirme que estoy flaca porque saben que no les voy a creer. Es más fuerte que yo, mi autocrítica corporal tiene vida propia.
Capítulo 11: La Contradicción Viviente
El resumen de todo esto es que soy una contradicción con patas. Puedo ser súper madura para aconsejar a mis amigas, pero hacer berrinche porque no encuentro mi labial favorito. Puedo dar discursos sobre la independencia femenina mientras le pido a alguien que me abra un frasco.
Soy llorona pero fuerte, mimada pero trabajadora, caprichosa pero leal, hermosa pero insegura, rabiosa pero amorosa, celosa pero confiada, cariñosa pero necesito mi espacio, malpensada pero tierna.
Y sabes qué es lo mejor de todo esto? Que ya no me disculpo por ser así. Porque al final del día, todas estas contradicciones son las que me hacen única. Soy Kaylay versión completa, con todos mis bugs y características especiales incluidas.
Si no puedes manejar a la Kaylay llorona, no mereces a la Kaylay cariñosa. Si no aguantas mis caprichos, no disfrutas mis abrazos. Somos un paquete completo, baby.
Epílogo: Instrucciones de Cuidado
Para quienes quieran tener una Kaylay en su vida, aquí van las instrucciones detalladas:
- Aliméntame con cumplidos y comida deliciosa (pero oblígame a comer cuando no quiera, con amor)
- Dale cariño regularmente, pero no demasiado que me da pena
- Ríete de mis ocurrencias, especialmente las malpensadas
- Ten pañuelos siempre disponibles para mis lloraderas
- No tomes en serio mis enojos de cinco minutos
- Celebra mis momentos de “me siento hermosa” y mis poses de modelo profesional
- Jamás me digas “estás gorda” porque ya mi cerebro hace ese trabajo solito
- Cuando me digan “estás flaca” no se ofendan si no les creo, sigan diciéndolo igual
- Paciencia infinita para mis cambios de opinión sobre restaurantes
- Disponibilidad para escuchar mis dramas de cinco actos sobre cosas pequeñas
- Entiendan que puedo ser independiente y necesitada al mismo tiempo
- Toleren mis análisis detectivescos de redes sociales cuando estoy celosa
- Aprecien mis muestras excesivas de cariño (abrazos, fotos, mensajes constantes)
- Nunca, JAMÁS, me pregunten “¿estás en tus días?” cuando esté caprichosa
- Comprendan que mis contradicciones son parte del paquete completo
- Ríanse conmigo de mis propias locuras, no de mí
Garantía: Una Kaylay bien cuidada te dará amor incondicional, risas constantes, lealtad de por vida, y las mejores aventuras emocionales que puedas imaginar.
Advertencia: Los efectos secundarios incluyen pero no se limitan a: acostumbrarse a los dramas diarios, desarrollo de tolerancia a las lágrimas frecuentes, y posible contagio de la risa.
Con amor y todas mis contradicciones, Kaylay ✨